jueves, 22 de diciembre de 2011

Aritmología


Según Carmen del Bosque, la aritmología es la ciencia que se ocupa de la relación entre la cifra y los números naturales.
Por mi parte, humilde autor de este blog, debo decir que estoy totalmente en desacuerdo con esta definición. Es más, la palabra aritmología ni siquiera está aceptada en la Real Academia Española. (Hoy en día se le suele llamar ciencia a muchas cosas, pero esa es otra discusión.) Sin embargo esta vez, utilizaré el término y su definición para describir de alguna manera lo que alguna vez se redactó por la secta pitagórica en la Grecia Clásica. Que es lo siguiente:
El estudio pitagórico de los números comenzó como una búsqueda espiritual, algo parecido a la Cábala hebrea, donde  cada número tenía una identidad simbólica.
 
El uno, la mónada, era el generador de todos los números, pues cada número puede crearse de él por adición repetida. Tenía un estatus especial y no se consideraba propiamente un número. Era la mónada, símbolo de la razón, de lo definido y lo estable. Se asociaba también con el lado derecho.

El dos, la díada, significaba la diversidad, lo indefinido. Se asociaba con el lado izquierdo y se consideraba el principio femenino.

El tres, la tríada, era, evidentemente, la unión de la mónada y la díada, símbolo, por tanto, de la armonía y la perfección. Se asociaba al tiempo y se consideraba el principio masculino.

El cuatro significaba la ley universal e inexorable, y por lo tanto, de la justicia, puesto que 4=2+2. Se consideraba la clave de la naturaleza y el hombre.

El cinco era la unión de la díada y la tríada, de lo femenino y lo masculino, y así, símbolo del matrimonio y del triángulo divino (3²+4²=5²). Cinco eran también los poliedros regulares, sólidos cuyas caras son polígonos regulares idénticos: el tetraedro (4 triángulos), el cubo (6 cuadrados), el octaedro (8 triángulos), el dodecaedro (12 pentágonos) y el icosaedro (20 triángulos). Representaba los cinco elementos que componían el universo: fuego, tierra, aire, agua y la bóveda celestial que lo rodeaba todo. El cinco, como vemos, tenía gran relevancia. Por ello, en la forma de pentagrama, se convirtió en el emblema pitagórico, usado por los miembros de la secta para reconocerse mutuamente.

Fuente: Agora ya, La secta de los números, Claudi Alsina.

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