lunes, 12 de diciembre de 2011

Aritmomanía


El hábito de contar puede ser una simple rareza, incluso benéfica, señala Doris Wild Helmering, psicoterapeuta y escritora de Saint Louis, Missouri, "¿Que mejor manera de distraerse de las maniobras del dentista que contar las flores del consultorio?", dice. Pero para algunas personas contar se vuelve una actividad obsesiva (aritmomanía) incontrolable e incapacitante. Estos contadores sin cuento podrían ser victimas del trastorno obsesivo compulsivo (TOC), explica el doctor Eugene Beresin, profesor de psiquiatría de la Universidad Harvard.
Puedo entender perfectamente que una persona quede atrapada en el. Tiene ese ritmo fácil de uno-dos-tres, como una marcha pegadiza, que lo hace sentir a uno como llegando a algún lugar. Una fila de números parece apuntar hacia el futuro. Y son muy importantes para predecir el futuro. Los griegos creían que los números formaban parte del orden atemporal de las cosas que existe bajo la confusión atemporal del mundo. El mundo, entonces, era como un como un cuadro de "Pinte según el número", y si uno podía raspar todos los colores, veía los números abajo. Murmurando las tablas de multiplicar, haciendo divisiones clandestinas, restas secretas. Los números son adjetivos últimos. Cuando uno pone un número delante de algo, ese algo queda definido por completo. Una casa, un hombre para resistir, una vida para dar, definición de una palabra, dos en un arbusto, como dos gotas de agua, tres Reyes Magos, tres deseos, tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal, cuatro puntos cardinales, cuatro elementos, choca esos cinco, cinco sentidos, sexto sentido, las siete puertas de Tebas, los siete pecados capitales, las siete vidas de un gato, séptimo cielo, bola ocho a la esquina, la guerra de los nueve a;os, nuevo coros de ángeles, nueve planetas en el espacio, diez mandamientos, diez plagas de Egipto, doce signos del Zodiaco, el piso trece, dulces dieciséis, el área dieciocho, veintitrés fugitivos, veinticuatro horas, treinta y nueve escalones, cuarenta ladrones, sesenta kilómetros por hora, cien puntos de tapas de Coca-Cola, ciento cincuenta y tres peces, trescientos sesenta grados, trescientos sesenta y cinco días, mil primaveras, mil y una noches, la pregunta del millón. El número uno, sin embargo, es el que más define las cosas. Una Acrópolis. Un planeta Marte. Un Gran Cañón. Un Platón. Un Aristóteles. Un Dios.

Fuente: Diario del TOC

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